Un sueco ha sido acusado de practicar el sexo no consentido con bicicletas de mujer.
Las preferencias y gustos sexuales de los humanos
son tan variados como los colores. Aún así, no deja de sorprender que
un hombre se sienta tan sexualmente atraído por una bicicleta de mujer
hasta el punto de llegar a copular con ella.
Hacía casi un año
que la policía de la ciudad sueca de Östersund había recibido la primera
denuncia de la propietaria una bicicleta. Alguien, que al parecer tenía
que ser un hombre, no sólo le había pinchado las ruedas sino que había
dejado una buena porción de esperma sobre el sillín.
El asunto
tenía el signo de ser una gamberrada, pero como comenzó a repetirse con
frecuencia en las distintas zonas de la ciudad, las denuncias empezaron a
acumularse. A la policía no le quedó más remedio que dedicar tiempo y
esfuerzos para tratar de identificar y detener al considerado «violador
de bicicletas», ya que se trataba de actos sexuales no consentidos.
Y como suele ocurrir en otros casos policiales, el autor de estos
obscenos actos en plena vía pública fue detenido gracias a la
colaboración ciudadana. Una mujer pudo ver un día desde la ventana de su
cocina, como un hombre cogía la bicicleta que ella acababa de dejar
aparcada frente al portal de su casa, y realizaba con ella los clásicos
movimientos del acto sexual. Tras llamar a la policía, el individuo pudo
ser detenido cuando ya se alejaba del lugar.
Al principio el
hombre negó tener algo que ver con el asunto, pero cuando los agentes
presentron ante el juez la prueba de su ADN, que resultó ser idéntico al
del semen hallado sobre el sillín, acabó confesando. «Me excito mucho
cuando me acerco a una bicicleta de mujer y huelo el manillar» dijo este
sueco de 36 años ante el magistrado.
Los medios locales no
informan de la pena que le ha impuesto el juez, pero es posible que sólo
haya sido una multa y, tal vez, la obligación de someterse a un
tratamiento psicológico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario